El concepto de diseño tal como lo concebimos en la actualidad está estrechamente ligado al proceso de industrialización y al modelo de sociedad que esta ha propiciado. La mecanización de la producción ha hecho posible la fabricación en masa de una amplia variedad de objetos. Tanto la industria como el comercio necesitan mano de obra experta capaz de definir la forma y la función de estos productos para que sean prácticos y culturalmente comprensibles para los usuarios. Esto significa que las personas dedicadas al diseño tienen la responsabilidad de no sólo dar forma funcional a los objetos, sino también de dotarlos de cualidades visuales que se conecten con la estética y el pensamiento de la época.
Estas personas son las encargadas de definir las características formales de los objetos, los espacios y los mensajes virtuales. Estas características a menudo resultan de la integración de, al menos, cuatro factores distintos:
Aspectos funcionales.
Aspectos estéticos.
Disponibilidades tecnológicas.
Consideraciones económicas.
Si observamos las sociedades preindustriales, notamos que estas mismas características eran válidas en cualquie época y contexto.
Hay varios fenómenos que revelan cómo antiguamente ya se planteaba algunos problemas de forma y comunicación que iban más allá de lo estético.
Por ejemplo, las formas codificadas de manera recurrente en la arquitectura templaria o en la estatuaria de la época clásica obedecían a una finalidad esencialmente propagandística.
Durante la segunda mitad del siglo xv, en Europa, se produjo la coincidencia de dos procesos fundamentales: el de la invención y expansión de la imprenta y el de las corrientes humanísticas.
Según el director creativo y periodista Christopher Pierce, la historia del di- seño se puede dividir en tres grandes periodos caracterizados por distintos procesos históricos, culturales y socioe- conómicos vinculados al diseño.
PRIMER PERIODO: LOS INICIOS
(1450-1929)
La historia del diseño gráfico se remon- ta a la invención de la imprenta por Joannes Gutenberg en 1440, un hito que transformó la sociedad. Inicialmente, la imprenta se utilizó para reproducir libros, reemplazando el laborioso proceso de copia manual. Con menos de una treintena de letras se pudo transcribir todos los sonidos ordenados en las palabras de la mayoría de lenguas.
Aunque la imprenta nace en Alemania, serán los impresores-editores italianos, de nacimiento o de adopción, quienes afrontarán con una nueva actitud la edición de los textos clásicos y de pensamiento, la corriente humanística.
Esta nueva actitud convertirá el libro en un campo de experimentación de las nuevas ideas, de los nuevos cánones.
Destaca el trabajo tipográfico que se va a caracterizar por la realización de una síntesis formal entre la escritura humanística al uso y la escritura capital romana, en un intento de impregnarlas de su rigor constructivo y gráfico.
Es el caso de la Bembo de Aldo Manuzio y la romana de Nicolás Jenson.
Durante los dos siglos posteriores a la in-vención de la imprenta, siglos XVI y XVII,
en el campo de las familias de tipos, no se van a producir cambios profundos ya que lo que se da es una tendencia al perfeccionismo y una comedida evolución formal.
La imprenta se establece y la nueva si-
tuación favorece las grandes tiradas y el afianzamiento del libro como material de uso cotidiano y su comercialización a gran escala.
Esta situación da lugar al florecimiento de imprentas al amparo del poder de
casas reales y curias pontificias, por lo que van a darse pocas y tímidas aportaciones. Con este ambiente, la más notable aportación de la a la historia de la comunicación visual es la aparición
del tipo de letra romana de Claude Garamond, en el seno de la corte del rey
francés Francisco I.
Su uso se ha extendido hasta nuestros días, siendo uno de los tipos de letra
más utilizados en el mundo editorial. Se le reconoce su vital aportación a la
transición entre los primeros del tipo romanos y los estilos posteriores, así
como el perfeccionamiento formal y el dominio de los recursos tipograficos
que mostró.
La Garamond supuso un salto cualitativo y, por su gran adaptabilidad a la confección de todo tipo de textos, fue extensamente copiada e imitada en su tiempo, llegando hasta nuestros días.
Sin embargo, el diseño depende del dearrollo de la industrialización iniciada en el siglo XVIII.
Este siglo es clave para la ampliación de las posibilidades de interpretación de la tipografía, ya que se introducen algunas novedades que supondrán la separación definitiva entre tipografía y escritura.
Ya en el siglo XVIII, aunque especialmente en el XIX, la revolución industrial modificó las necesidades sociales que tenían las personas y, además, creó nuevas necesidades de tipo industrial.
Desde entonces, los diseñadores han tenido que responder a ellas ideando y configurando nuevos productos: herramientas, máquinas…
Es en el campo de la publicidad, del cartelismo y de las publicaciones periódicas, donde los cambios se van a dar con más fuerza. En la década de 1890, artistas como Chéret y Toulouse-Lautrec utilizaron su arte no sólo para retratar la ida cotidiana, sino también para crear los primeros carteles publicitarios. Es-
tos carteles promocionaron las obras de teatro de Moulin Rouge y marcaron un avance en el diseño gráfico.
Asimismo, florece toda una industria al- rededor de satisfacer la curiosidad del ávido lector de noticias y folletines, que busca captar la atención del posible consumidor de una forma sencilla, clara y directa.
Las formas se sintetizan, aumentan de amaño de los elementos y se busca un mayor impacto en el lector, que empieza a estar ya saturado de fuentes de in-formación y mensajes publicitarios, se incorporan sombreados, efectos de relieve, elementos ornamentales, etc.
Solo algunos tipógrafos reconocidos se van a hacer eco de estas propuestas.
Como ejemplo, las egipcias de Robert Thorne (1828) y las primeras familias de
palo seco fundidas por William Caslon IV.
Surgen así las primeras tipografías de palo seco y egipcias.
Las primeras se caracterizan por el tratamiento homogéneo del trazo y por la ausencia de remates. De manera despectiva se les llamó grotescas y, en territorio estadounidense, góticas. Las
segundas, a medio camino entre la tipoogía romana y la simplificación, tienen tendencia a la ausencia de modulación, engrosamiento del trazo y transformación de los remates en contundentes formas rectangulares.
La incorporación de nuevas técnicas de impresión a color, para la reproducción de imágenes, cómo es la litografía, y el perfeccionamiento de la técnica del grabado con plancha de cobre, potencian, en el cartelismo, la integración de texto e imagen por medio de la aplicación del color y de la adopción de for-
mas orgánicas y decorativas, propiamente pictóricas.
Durante la misma época, el movimiento de Arts and Crafts se originó en Gran
Bretaña a finales del siglo XIX y se carac- terizó por un estilo de decoración que
recuerda a la época medieval. El principal promotor del movimiento es William Morris, apoyado a su vez por los escritos de John Ruskin. El movimiento dio una gran importancia a la calidad de la artesanía, al tiempo que hizo hincapié en la importancia de que las arte contribuyan a la reforma económica.
El estilo Arts and Cra$s está asociado con muchos tipos diferentes de diseño,
incluyendo arquitectura, tipografía, impresión de libros, diseño textil e interior.
Muchos de los postulados estéticos de John Ruskin y William Morris son antindustriales.
El movimiento de Arts and Cra$s era un firme defensor de los valores preindustriales y culpabilizaba al
proceso de normalización de la industria de un deterioro importante de la belleza de los objetos de uso.
En general, la mayoría de los creadores de esta corriente procedían de las artes tradicionales, por lo que el aspecto en que mayor hincapié hacían en sus diseños era el estético.
En 1910, el diseñador inglés Talwin Morris diseñó portadas de libros para
Penguin Books, introduciendo ilustraciones abstractas que representaban
el contenido del libro.
A principios de la década de 1920, el diseñador holandés Theo van Doesburg
creó la primera papelería corporativa para la empresa NB.
Este período marcó la evolución gra- dual de este tipo de prácticas hacia la configuración de lo que hoy conocemos como disciplina del diseño gráfico.